Le blogueur Wilfredo Jordán de El Alto, [1] en Bolivie s'est intéressé à la vie d'un chauffeur de taxi qui travaille dans les rues de sa ville chaque jour. En plus des longues heures de travail pour un salaire modeste, les chauffeurs de taxi boliviens affrontent souvent des situations dangereuses avec des passagers aux intentions sinistres. Voici de larges extraits de ce billet récent [2] sur son blog, Vivir en Bolivia [3][en espagnol] (Vivre en Bolivie):
La vida no tiene precio, y un taxista que ha trabajado en las calles de El Alto lo sabe muy bien. Varios de ellos, además de lidiar con fallas habituales de sus vehículos, ya que muchos son adquiridos de “segunda mano”, o la imprudencia de algunos choferes, deben enfrentarse con la delincuencia, a tal grado de que cualquiera puede perder la vida o estar cerca de ello.
Wilfredo Jordán raconte certaines agressions dont sont victimes ces chauffeurs de taxis, exposés à des dangers réel, comme ce qui est arrivé à Germán Quispe, victime d'une tentative d'étranglement avec une cordelette par son passager de derrière, et sauvé par un ami qui passait par là par hasard. Un autre chauffeur de taxi s'est trouvé dans la même situation désespérée en mars 2009 :
Como Quispe, cientos son los taxistas que afrontan estos riesgos, el 22 de marzo de este año, Moisés Chambi Blanco, de 24 años, recogió a unos pasajeros de la Ceja con destino a la zona Juana Azurduy de Padilla, en el sector de Río Seco. Cuando pasó por el camino a Laja, cuya carretera es poco iluminada, uno de ellos sacó un arma y le disparó en el rostro.
Los delincuentes, creyendo que había muerto, tiraron el cuerpo a un costado de la vía; pero más tarde Chambi recuperó el conocimiento y fue internado de emergencia en el Hospital Sagrado Corazón, en la zona de El Kenko.
Les meurtriers, pensant qu'il était mort, ont jeté son corps sur le talus de la route : mais Chambi a malgré tout repris conscience plus tard et a été admis aux urgences de l'hôpital du Sacré Cœur, dans la zone de El Kenko.
Jordán fait le portrait de ceux qui décident de devenir chauffeurs de taxi à El Alto, en dépit des risques.
La mayoría de los taxistas se dedican a este oficio por la falta de trabajo, y lo hacen sin ganar mucho, incluso, sin un vehículo propio. Así, una jornada de trabajo, que oscila entre las 06.00 y 20.00, salda de 80 a 150 bolivianos, de los cuales 50 le corresponden al propietario del motorizado, 30 se va a la gasolina y el resto es la ganancia del conductor.
Jordán a interrogé un de ces chauffeurs de taxi pour rapporter son témoignage :
René Machicado, quien pertenece al Sindicato Arco Iris, representa uno de esos casos. Con una experiencia de 19 años tras el volante y luego de haber trabajado en el desaparecido Servicio Nacional de Caminos, decidió laborar por su cuenta.
“Actualmente las empresas sólo reciben personal para poco tiempo y no permanentes como antes. Ahora todo es con contratos determinados y no conviene porque no es un trabajo seguro”, indica y añade que éste, además de ser un oficio peligroso, es sacrificado, pues se deben soportar largas jornadas, incluso turnos nocturnos, que es cuando más peligro existe.
Le danger n'est pas imaginaire : les statistiques indiquent qu'en huit mois, au cours de l'année 2008, dix chauffeurs de taxis ont été assassinés durant le vol de leur véhicule.